Cuando no se quiere meter la pata

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Una de las maneras que existe para conocer la opinión de las personas sobre un tema en particular es hacerles una entrevista. En teoría se trata de algo sencillo. Vas por la calle, encuentras a alguien y le haces una o varias preguntas que te permitirán, además de conocer su opinión, hacer un estudio posterior de la información recolectada. Este mecanismo suele emplearse para trabajos de investigación académica o mercadeo.

Al momento de entrevistar a alguien hay que saber lo que se va a preguntar y de qué manera se va a encarar la situación porque hay algunos temas de los cuales las personas no suelen hablar abiertamente y el sexo es uno de ellos.

Como venía comentando, hablar sobre el sexo puede incomodar a las personas, sobre todo si se encuentra una cámara al frente. Les contaré una anécdota sobre esto, de seguro les resultará muy graciosa y lo mejor del caso es que luego la podrán ver.

En una tarde cualquiera un chico estaba haciendo una serie de entrevistas para una tarea escolar. Ve a un hombre que se encuentra meciendo un columpio a una niña y decide acercársele. Lo saluda y luego le pregunta sobre la sexualidad. El hombre se enfoca en la cámara y comienza a responder con soltura.

Hasta este momento todo va bien, ¿No? Mientras van avanzando los segundos, el hombre se concentra cada vez más en su respuesta y parece no oír los gritos de la niña, quien le pide que la baje del columpio. Vale acotar que mientras respondía, el hombre seguía meciendo  a la niña.

Y como esta de esperarse, todo terminó en un desastre. La niña salió disparada del columpio y el hombre corrió a levantarla del suelo. No sé si la entrevista le sirvió al chico para su trabajo pero el video se viralizó por la red de manera casi inmediata.

Esta situación ha tenido varias lecturas. Si nos vamos a las más exigentes es un claro ejemplo de irresponsabilidad paternal pues el señor se distrajo y no le prestó atención a su hija. Desde un ángulo menos riguroso es un ejemplo del poder de las cámaras, el cómo su presencia hace que las personas se comporten diferente.

Sin querer caer en discusiones está claro que el video termina siendo gracioso. Quizás los involucrados no pienses lo mismo pero yo, al igual que muchas personas que lo han visto, terminan riendo al ver la cara del pobre señor que sale corriendo a ayudar a su hija.

Como no soy egoísta, al final puedes encontrar el video que fue bautizado ¡Papá, bájame! De seguro lo verás más de una vez y lo compartirás con tus amigos. A veces un descuido se puede convertir en algo muy gracioso.

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